Ya no hay fantasmas. 90 minutos bastaron para que el Celta,
de la mano de un Balaídos convertido en fortín, retomase la senda de la
victoria y alejase cualquier posible atisbo de pesimismo generado en los dos
últimos choques. La distancia con el Valladolid vuelve a ser de 4 puntos,
mientras que la diferencia con el Deportivo se reduce a la misma puntuación. Vuelan
pues todos los paralelismos establecidos entre este equipo y el del curso
pasado. Después de la misma dinámica, dos pinchazos, y ante el mismo rival, el
Villarreal B, los vigueses dieron carpetazo al pasado y ofrecieron razones
suficientes como para pensar que la debacle del año anterior no se volverá a
repetir.
Comenzó el choque con sorpresa en el once,
donde las rotaciones de Herrera permitieron que hasta nueve jugadores gallegos,
todos ellos canteranos, coincidieran en la alineación titular. Precisamente los
dos “extranjeros”, Orellana y Joan Tomás, fueron la cara y la cruz en la
primera mitad. El chileno, una vez más superlativo, se echó el equipo a la
espalda en un comienzo fulgurante, donde un fallón Iago Aspas se disfrazó de
héroe al provocar el penalti que significaría la pronta expulsión de Lejeune,
para después enfundarse el traje de villano tras errar en el lanzamiento de la
pena máxima. Dominaba el Celta a un Villarreal B en inferioridad, desarbolado
por la calidad de Orellana y de un Toni que volvió a demostrar su valía. Joan
Tomás, desaparecido durante el primer acto, llenaba de razón a un Herrera que
le había servido la oportunidad de reivindicarse.
El regreso de
vestuarios trajo los goles a un partido al que se había sabido adaptar el
Villarreal B, deseoso de pausar el ritmo frenético que trataba de imponer el
equipo de Paco Herrera. Tres minutos le bastaron a Joan Tomás para desquitarse
de su mal primer tiempo. Aparición entre líneas y pase en profundidad a
Orellana, quien, cual jugador de otra categoría, incrustó el esférico en la
escuadra. Es de escándalo lo del chileno, que se hartó de llevar peligro por el
perfil izquierdo. En el otro extremo del campo, ese coruñés al que cada vez más
gente conoce como Talentoni, se ganó el derecho a repetir en el once la próxima
semana. No se notó la ausencia de dos hombres importantes como De Lucas y
Bermejo, sin minutos en la jornada dominical. Saludos a Juanito, ese sevillano
afincado en Valladolid y que aseguró que al Celta le faltaba banquillo.
La tranquilidad al
marcador la trajo Iago Aspas. El delantero, peleado con el gol en los primeros
45 minutos, se aprovechó de un fantástico servicio de Joan Tomás para sellar la
victoria céltica. Un triunfo importante, de los que marcan el porvenir. El
Celta recupera sensaciones y ha alejado los fantasmas. Las aguas han vuelto a
su cauce y el futuro ha recuperado el color celeste. Al margen de los réditos
clasificatorios, una ha sido la mejor noticia: el Celta se ha desmarcado del
pasado, confirmando las diferencias existentes entre este equipo y su
predecesor, y ha vuelto a llenar de ilusión las gradas de un Balaídos que lleva
cuatro meses de victoria en victoria. De continuar la racha hasta final de
temporada, el ascenso estaría prácticamente finiquitado.
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