Al Celta todavía le faltan resortes anímicos para ser un equipo frío y
calculador. Una derrota y un empate bastaron para generar ansia, ese
malestar contra el que los célticos lucharon ayer, viendo primero cómo
se acrecentaba a base de ocasiones fallidas y disfrutando después de su
muerte con el tanto de Orellana. Bienvenida la victoria sobre diez. Que
deje poso.
Los planes, expulsados
Iba a ser un partido en el que los dos querrían el balón, en el que la
pelea en el centro del campo por la posesión sería feroz, en el que la
finura se comería al afán. Iba... Pero en el minuto 9, Lejeune fue
expulsado. Y los planes, con él. El diseño del encuentro varió y el
Celta ya no tuvo que pelear por un esférico que le era entregado de
entrada, sino que tuvo que devanarse los sesos en busca de caminos para
superar la reducción de espacios provocada por la defensa adelantada de
los levantinos. Me encanta que los planes salgan mal.
Los laterales, ese filón
Mallo y Lago tienen su hábitat muy estudiado. Con el físico acompañando,
ambos se convirtieron ayer en caminos ofensivos, permitiendo a los
interiores hacer honor a su nombre. Están acabando la temporada a un
gran nivel.
El menguado trío aéreo
Además de por jugar con uno más, el Celta también se vio abocado al
fútbol rasante ante la ausencia de su referencia aérea en ataque,
Bermejo. Tampoco estaba Oier, con lo que el triplete del seguro aéreo se
limitaba a Túñez. Tal vez por eso, la sobredosis de saques de esquina
dio como fruto cero remates.
Fuera de juego
El Villarreal B fue valiente y, con uno menos, basó su fútbol en tirar
la línea de fuera de juego lejos de la portería propia. En ese
equilibrio, todo quedaba pendiente del último pase. Y tanto Aspas como
Joan Tomás no estaban excesivamente lúcidos. Pero el primer gol dio la
confianza necesaria.
Diego Mariño
Es justo resaltar la gran actuación ayer del portero vigués Diego
Mariño. Acostumbrado a brillar en sus partidos de Balaídos, el meta
internacional se convirtió en una pesadilla para los delanteros
celestes. Menos afortunado estuvo el también vigués Pedro Vázquez,
aunque dispuso de poco tiempo.
Necesidad obliga: Dos zurdos
Paco Herrera escapa siempre de la opción de situar a dos centrales
zurdos juntos. Sin embargo, ayer la ausencia de Oier y la lesión de Vila
lo obligaron a apostar por el dúo formado por Túñez y Catalá. El
segundo, con escasos minutos últimamente, respondió. Y el dueto
funcionó.
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