“Lo que tiene que aguantar un hombre cuando ha perdido cinco años…”
Carlitos Brigante (Al Pacino)
En el año 1993 Brian De Palma, representante de la camada del Nuevo
Hollywood setentero integrada por los Spielberg, Scorsese y Coppola;
sacaba a la luz la que aún hoy resulta ser su mejor película: “Carlito’s
Way”, aquí traducida como “Atrapado por su pasado”. En ella un gángster
puertorriqueño (casi alter-ego “maduro” del Tony Montana de “Scarface”,
película también de De Palma) interpretado por Al Pacino huía de sus
crímenes pasados en busca de una vida mejor, pero finalmente sucumbía a
sus errores siendo atrapado por ellos sin remedio. El Celta venía este
fin de semana de una mala racha propiciado por una derrota y un empate
fuera de casa que truncaban la triunfal trayectoria que venía viviendo
en el nuevo año. Justamente a mediados de marzo fue cuando el equipo se
desinfló la temporada pasada y muchos aprovecharon tal circunstancia
para hablar de que se repetiría el cuento.
Es decir, los más pesimistas del lugar creían que nos veríamos abocados a
repetir los errores del pasado, que irremediablemente nos veríamos
engullidos por ese miedo escénico y que los jugadores, como Carlitos
Brigante en la película mencionada, no podrían huir de sus errores
pasados. Quizá muchas de esas alarmas fueron encendidas infundadamente
o, quizá también, el pesimismo sirvió para ponernos los pies en el
suelo. El caso es que ayer la prueba era de fuego, las casualidades del
destino hacían que nos enfrentásemos a una de nuestras bestias negras en
las últimas temporadas con el temor de besar la lona una vez más. No se
podía fallar.
Y no se falló. Las alarmas encendidas hicieron que los bomberos celestes
estuviesen al acecho y dominasen el grueso del encuentro con la
ansiedad necesaria para no dejar escapar los tres puntos. Si bien Iago
Aspas marró una oportunidad de oro y parecía que se erigiría como el
temeroso Al Pacino de la tarde-noche, el equipo se sobrepuso y el propio
Aspas terminaría poniendo la puntilla tras un golazo de Orellana que
acababa con todos los miedos imperantes en cierto sector del público. Lo
cierto es que durante la primera parte, tras ese penalti que acabó en
el palo, muchos eran los que tenían la mosca en la oreja. Pero había que
confiar.
Más aún tras la vuelta de un Borja Oubiña más limitado que de costumbre
en lo físico pero igual de listo que siempre en lo táctico. Su presión y
su intuición hicieron que los jóvenes jugadores castellonenses
desperdiciasen tantas oportunidades de contraataque que sus llegadas a
portería se limitaron a los últimos instantes del encuentro. Últimos
instantes en los que apareció en escena Pedro Vázquez, antiguo canterano
que recibió tímidos aplausos al entrar en el terreno de juego y que
demostró tener suficiente talento para jugar en Segunda División. Pero
el pescado estaba vendido. El Celta no sucumbió a la maldición de sus
fantasmas pasados y encarrila la recta final con la mejor de las
predisposiciones. El final a lo “Carlito’s Way”, tan lírico como
trágico, tendrá que esperar en Balaídos. Y nuestro deseo es que no
suceda nunca. Porque el pasado está para no repetirlo, o al menos eso
reza la cultura popular.
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